CÓMO SABER SI SUFRES FOMO Y CÓMO EVITARLO

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Lo que nos faltaba, otro síndrome que sufrir, y encima con ese nombre tan feo, ¿verdad? Pues tranquis, que el FOMO no es tan serio como parece si lo controlamos a tiempo. Ah, y no es nada físico ni ningún virus...


Anteayer os hice una encuesta en mis stories de Instagram porque era el día de las redes sociales, y os preguntaba si creéis que pasáis demasiado tiempo en ellas. El 93% contestasteis que sí, y creo que no solo tenéis razón, sino que me incluyo en vuestro grupo. Que sí, que yo me dedico en cierto modo a esto y necesito estar conectada bastante tiempo al día, pero también reconozco que a veces Instagram se convierte en un agujero negro en el que me pierdo y cuando quiero darme cuenta han pasado 2 horas.

Pero el FOMO no es exactamente eso, y os lo voy a explicar de esta manera. A ver, poneos en situación: salís de casa corriendo porque se os ha hecho tarde y, cuando os dais cuenta, resulta que habéis olvidado el móvil y ya no hay opción de volver a por él. ¿Cómo os vais a comunicar con vuestra gente, cómo vais a subir una foto del sitio tan chulo al que vais, cómo vais a ver los likes que os han dejado? O tenéis que subir a un avión a un vuelo de 12 horas en el que no habrá cobertura. ¿Cómo vais a ver los stories de vuestros perfiles favoritos? ¿Y si cuando aterriceis ya han pasado 24 horas desde que ellos los publicaron y os los perdéis? ¿Y si había algo muy interesante en ellos? (yo confieso que sufro de esto último bastante con las diez o quince cuentas de las que veo los stories absolutamente todos los días).

Bueno, pues esa sensación que os he descrito más arriba es el FOMO, que responde a las siglas en inglés de Fear Of Missing Out, es decir, el miedo a perderse algo, a quedarse fuera de la onda, de lo que está in en ese momento.

 

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Es como si pensáramos que por estar desconectados una cantidad de tiempo determinada, ya sea una hora o dos semanas, nos fuésemos a quedar descolgados de la actualidad, y eso nos crea ansiedad o inquietud, e incluso puede llegar a afectar a nuestra vida social, laboral o personal.

Reconocedlo, os pasa en mayor o menor medida, ¿verdad? Pues hay maneras de evitarlo:

  • Ponerse como norma no coger el móvil o entrar en las redes sociales nada más despertarnos, y esperar hasta, por ejemplo, el momento de desayunar o después de arreglarnos.
  • Establecer unas horas determinadas al día en las que vamos a permitirnos conectarnos a las redes de manera lúdica (por ejemplo, mientras desayunamos, después de comer, cuando acabemos alguna tarea importante que tenemos que hacer).
  • Establecer el tiempo exacto que le vamos a dedicar a ese ocio en las redes (podemos ponernos una alarma en el móvil a la media hora para que nos indique que volvamos a nuestras tareas/vida real).
  • Decidir no mirar las redes sociales justo antes de irnos a dormir.
  • Aplicar el mindfulness a los aspectos de nuestra vida en los que no estén implicadas las redes sociales y disfrutarlos de verdad: un paseo por el campo, leer un buen libro, una conversación interesante, un bonito paisaje, un entrenamiento cañero, el simple hecho de no hacer absolutamente nada... ¡Que no hay que documentar todo en todo momento!

 

Sí, lo sé, al principio puede costar un poco, porque son costumbres que ya todos tenemos bastante arraigadas y esa ansiedad por perdernos algo está ahí, pero poco a poco iremos no solo dominándola, sino viendo que no es necesario estar las 24 horas del día conectados y que la información y lo que pasa seguirá ahí cuando nos conectemos. Y que tampoco pasa nada si un día nos perdemos algún story (esta soy yo mentalizándome).

¿Qué, nos lo ponemos como propósito para estas vacaciones? ¿Estar más presentes en la vida real y menos pendientes de las redes?

 Fotos: Jesús Escudero

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