Ya sabéis que durante años luché contra un acné más o menos rebelde y que desde hace tiempo lo tengo más que controlado (a mis 33, ya me vale). Sin embargo, hará cosa de un mes sufrí un brote en mejillas y sobretodo en la frente que me descolocó, así que se me ha ocurrido daros unas directrices para combatir un brote de acné que no os deseo por nada del mundo. Just in case...
You already know that I suffered from acne for years and that nowadays I have it under control (lucky me at 33!). However, a month ago I had an outbrake in my cheeks and forehead. Here you have what you have to do (and not to) in case you suffer from one.
[Imagen de base: tuacne.com] |
En primer lugar, y aunque suene a tópico, que no cunda el pánico. Nada de lanzarse a apretar/rascar/reventar los granitos y espinillas. Es difícil, lo sé, pero más que solucionar estaremos empeorando la situación. Tomémonos las cosas con calma y analicemos las posibles causas del brote para poder pasar a la acción y encontrar una solución.
¿Hemos cambiado nuestra rutina de limpieza? ¿Estamos usando una nueva crema o maquillaje? ¿Nos ha dado demasiado el sol? ¿Pasamos por una época de estrés?
Sea cual sea la respuesta que nos dé la pista, o incluso si no hay ninguna, aquí tenemos algunas soluciones para este temible brote de acné.
Cambia sábanas y toallas. Puede que en ellas se haya acumulado grasa y suciedad que estén obstruyendo nuestros poros y no dejen respirar la piel. Es recomendable cambiarlas lo más a menudo posible cuando se tienen este tipo de problemas cutáneos. Al menos intentar cambiar los almohadones y usar toallas pequeñas para limpiarte la cara que solamente uses tú.
Limpia bien tu piel. Cada mañana y cada noche, sin falta, desmaquilla y limpia (sí, no es lo mismo) tu cutis a conciencia. Con leches limpiadoras, espumas, jabones, aguas micelares... lo que te vaya bien. Pero sin pasarte, no es cuestión tampoco de dejar a la piel sin defensas por limpiarla demasiado porque el resultado puede ser peor.
Vuelve a las cremas que sabes que te funcionan. Si has cambiado de crema o de productos de maquillaje hace poco puede que la causa del brote sea esa. Tal vez son demasiado nutritivas para tu piel, o tienen siliconas que obstruyen los poros. Incluso puede que sean demasiado agresivas y hayan resecado tu piel en exceso y el acné se deba a un efecto rebote.
Opta por lo natural. Cuantos menos ingredientes tengan los productos que usas, mejor. Serán más naturales y por tanto habrá menos probabilidad de que tu piel reaccione mal a alguno de los componentes.
Usa mascarillas purificantes y limpiadoras como las de arcilla verde o caolín (arcilla blanca). Eso sí, como con la limpieza, con cuidado de no pasarte y agredir la piel por un exceso de astringentes.
Pásate al aceite de árbol de té. Es un poderoso purificante y antiséptico que ayuda a combatir el acné. Se puede añadir a tus cremas habituales o usarlo directamente en la piel (dicen que mejor diluido en otros aceites esenciales porque puede ser demasiado agresivo, pero yo me lo pongo sólo y nunca me ha pasado nada). O puedes buscar productos que ya lo tengan, como la línea de The Body Shop.
Ten cuidado con el sol. Aunque en un principio el astro rey puede secar un poco los granitos, a la larga el efecto rebote puede ser peligroso. Así que tómalo con precaución, como siempre, pero con más motivo.
Cuida tu alimentación. Toma mucha fruta y verdura, bebe mucha agua e intenta evitar las comidas pesadas, grasas y poco recomendables (ya sabes cuáles). Aunque hay quien dice que no hay una relación directa entre el acné y la alimentación, yo estoy segura de que somos lo que comemos y de que lo que ingerimos se traduce, para bien o para mal, en nuestro organismo. Y eso incluye a la piel. Los batidos verdes que tanto nos gustan son súper recomendables en estos casos porque desintoxican y ayudan a eliminar muchas toxinas.
Controla el estrés y duerme bien. En ocasiones pasar una época de muchos nervios en la que además no dormimos lo suficiente es motivo de un brote de acné. Con el estrés se generan hormonas como el cortisol que afectan, entre otras cosas, a nuestra piel. Así que ya sabes, respira hondo y cuenta hasta diez. El mundo no se va a acabar porque hoy no termines esa tarea...
Por último, ármate de paciencia. Seguramente en unos días la cosa haya mejorado mucho (sobretodo si sigues los consejos de más arriba). Y, si no, acude a tu dermatólogo para ver si hay otras causas y otras soluciones más drásticas. Pero, eso sí, mantén la sonrisa, porfa.
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